lunes, 16 de mayo de 2011

HISTORIA DE LA CULTURA MUSICAL PREHISPÁNICA

Al igual que en Méjico respecto de la gran cultura Maya  Quiché, a la llegada de los españoles al actual territorio de la República de Colombia la misteriosa cultura megalítica agustiniana había desaparecido ya. Se había perdido así un posible eslabón entre el Tiahuanaco y las culturas del área Maya Quiché. La agustiniana, fue una cultura funeraria y la estilización de los rasgos morfológicos de sus esculturas – anchas aletas nasales, ojos almendrados o redondos, largos colmillos felinos – continúan siendo un apasionante enigma. Vista de perfil, alguna de esas estatuas recuerda de inmediato las que los habitantes de la isla de Pascua  erigieron a orillas del mar, a manera de centinelas insomnes.
En cambio, la nación de los Muiscas o chibchas, federación de señoríos establecida en los altiplanos de la cordillera oriental y en algunas de sus vertientes, se encontraba en pleno florecimiento. De su cultura, sólo nos restan las narraciones de los cronistas de la conquista – vale decir, testimonios indirectos de segunda mano – y tres clases de documentos arqueológicos: la cerámica, la orfebrería y algunos pictogramas no descifrados. A estos documentos se añaden cadáveres momificados, algunas armas y utensilios y diversos instrumentos musicales (idiofonos y aerófonos), de los que el instituto colombiano de Antropología posee una rica colección.
Las restantes fuentes de información, especialmente por lo que dice a la música de los Muiscas, son imprecisas y poco autorizadas. Tales datos y referencias pueden espigarse en las obras de los cronistas de la conquista, y muy especialmente en la de Fray Pedro de Aguado (historia de la provincia de Santa Marta y del Nuevo Reino de Granada), y fray Pedro Simón (Noticias historiales de las indias  occidentales), al igual que en la interminable crónica versificada de Juan de Castellanos (Elegías de de varones ilustres de Indias). Referencias importantes, al respecto, encuéntranse también en las páginas de la obra de obispo Lucas Fernández de Piedrahita (historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada).
EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA
VISIÓN PREHISTÓRICA

Los resultados de las recientes investigaciones arqueológicas sobre los primeros pobladores de nuestro territorio, permiten establecer la presencia de artefactos y restos humanos desde hace aproximadamente 13 000 años.
Es posible que estos cazadores y recolectores, que usaban arcos, flechas, lanzas, propulsores y canastas, tuvieran cantos (de cacería, propiciatorios, encantatorios) y algunos objetos sonoros de hueso, madera, conchas de caracol terrestre o cáscaras de frutos y semillas secas.
Entre los objetos hallados en barlovento, Malambo y Momil (costa atlántica) se encuentran pitos cerámicos especialmente ornitomorfos, con las alas desplegadas y el canal de insuflación en la cola; igualmente, se encuentran pitos en forma de tortuga y de estos cuadrúpedos. Estos, en la mayoría de los casos, producen dos sonidos. También se hallaron sonajeros de cerámica con decoración incisa.
En otros lugares del norte de Colombia como Monsú se encontraron tubos de hueso, caparazones de tortuga, astas de venado y conchas de caracol, elementos que pueden haber sido usados como instrumentos sonoros. Como sugiere Gerardo Reichel, la presencia de figuras de arcilla en los hallazgos de este periodo puede referirse a usos rituales o chamanísticos, como en el caso de los emberaes y cunas actuales, quienes poseen un gran complejo de figuras rituales de madera para esos propósitos. Entre los pocos hallazgos de este periodo alusivos a objetos que probablemente hayan tenido uso sonoro ritual (como flautas o trompetas), se pueden contar dos tubos de hueso humano decorados con pintura roja y nacarada, localizados en Aguazuque (Cundinamarca).
En las culturas arqueológicas del sur de Nariño se hallan figuras de caras humanas cantando con el histrionismo característico de algunos cantos chamánicos, y en la tapa de una urna funeraria hallada en puerto Serviez (Santander) se observa una figura en la misma actitud, mientras que una mano sostiene una vasija con alguna bebida (posiblemente chicha, o alguna infusión psicotrópica similar al ambil o yagé). Dentro del arsenal instrumental encontrado en el territorio colombiano, vale la pena destacar una gran variedad de silbatos de barro ornitomorfos y biomorfos entre los que se destacan algunos con dos cavidades y con capacidad para producir hasta cuatro sonidos; también se encontraron láminas de piedra pulida, que probablemente pudieron usarse como objetos con producción sonora. Y así muchos otros elementos que caracterizaban sonidos fueron, son y serán hallados para nuevas develaciones en cuanto a la categoría de la música y su prehistoria e historia.

ICONOGRAFÍA MUSICAL

viernes, 18 de marzo de 2011

VISIÓN REHISPÁANICA

EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA
VISIÓN PREHISTÓRICA

Los resultados de las recientes investigaciones arqueológicas sobre los primeros pobladores de nuestro territorio, permiten establecer la presencia de artefactos y restos humanos desde hace aproximadamente 13 000 años.
Es posible que estos cazadores y recolectores, que usaban arcos, flechas, lanzas, propulsores y canastas, tuvieran cantos (de cacería, propiciatorios, encantatorios) y algunos objetos sonoros de hueso, madera, conchas de caracol terrestre o cáscaras de frutos y semillas secas.
Entre los objetos hallados en barlovento, Malambo y Momil (costa atlántica) se encuentran pitos cerámicos especialmente ornitomorfos, con las alas desplegadas y el canal de insuflación en la cola; igualmente, se encuentran pitos en forma de tortuga y de estos cuadrúpedos. Estos, en la mayoría de los casos, producen dos sonidos. También se hallaron sonajeros de cerámica con decoración incisa.
En otros lugares del norte de Colombia como Monsú se encontraron tubos de hueso, caparazones de tortuga, astas de venado y conchas de caracol, elementos que pueden haber sido usados como instrumentos sonoros. Como sugiere Gerardo Reichel, la presencia de figuras de arcilla en los hallazgos de este periodo puede referirse a usos rituales o chamanísticos, como en el caso de los emberaes y cunas actuales, quienes poseen un gran complejo de figuras rituales de madera para esos propósitos. Entre los pocos hallazgos de este periodo alusivos a objetos que probablemente hayan tenido uso sonoro ritual (como flautas o trompetas), se pueden contar dos tubos de hueso humano decorados con pintura roja y nacarada, localizados en Aguazuque (Cundinamarca).
En las culturas arqueológicas del sur de Nariño se hallan figuras de caras humanas cantando con el histrionismo característico de algunos cantos chamánicos, y en la tapa de una urna funeraria hallada en puerto Serviez (Santander) se observa una figura en la misma actitud, mientras que una mano sostiene una vasija con alguna bebida (posiblemente chicha, o alguna infusión psicotrópica similar al ambil o yagé). Dentro del arsenal instrumental encontrado en el territorio colombiano, vale la pena destacar una gran variedad de silbatos de barro ornitomorfos y biomorfos entre los que se destacan algunos con dos cavidades y con capacidad para producir hasta cuatro sonidos; también se encontraron láminas de piedra pulida, que probablemente pudieron usarse como objetos con producción sonora. Y así muchos otros elementos que caracterizaban sonidos fueron, son y serán hallados para nuevas develaciones en cuanto a la categoría de la música y su prehistoria e historia.

lunes, 24 de enero de 2011

HISTORIA DE LA CULTURA MUSICAL PREHISPÁNICA

Al igual que en Méjico respecto de la gran cultura Maya  Quiché, a la llegada de los españoles al actual territorio de la República de Colombia la misteriosa cultura megalítica agustiniana había desaparecido ya. Se había perdido así un posible eslabón entre el Tiahuanaco y las culturas del área Maya Quiché. La agustiniana, fue una cultura funeraria y la estilización de los rasgos morfológicos de sus esculturas – anchas aletas nasales, ojos almendrados o redondos, largos colmillos felinos – continúan siendo un apasionante enigma. Vista de perfil, alguna de esas estatuas recuerda de inmediato las que los habitantes de la isla de Pascua  erigieron a orillas del mar, a manera de centinelas insomnes.
En cambio, la nación de los Muiscas o chibchas, federación de señoríos establecida en los altiplanos de la cordillera oriental y en algunas de sus vertientes, se encontraba en pleno florecimiento. De su cultura, sólo nos restan las narraciones de los cronistas de la conquista – vale decir, testimonios indirectos de segunda mano – y tres clases de documentos arqueológicos: la cerámica, la orfebrería y algunos pictogramas no descifrados. A estos documentos se añaden cadáveres momificados, algunas armas y utensilios y diversos instrumentos musicales (idiofonos y aerófonos), de los que el instituto colombiano de Antropología posee una rica colección.
Las restantes fuentes de información, especialmente por lo que dice a la música de los Muiscas, son imprecisas y poco autorizadas. Tales datos y referencias pueden espigarse en las obras de los cronistas de la conquista, y muy especialmente en la de Fray Pedro de Aguado (historia de la provincia de Santa Marta y del Nuevo Reino de Granada), y fray Pedro Simón (Noticias historiales de las indias  occidentales), al igual que en la interminable crónica versificada de Juan de Castellanos (Elegías de de varones ilustres de Indias). Referencias importantes, al respecto, encuéntranse también en las páginas de la obra de obispo Lucas Fernández de Piedrahita (historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada).