sábado, 11 de mayo de 2013


“Haría falta que tras la puerta de cada hombre feliz y satisfecho estuviera alguien con un martillo pequeño que le recordase continuamente con sus golpes que existe gente desgraciada, que la vida, por muy feliz que sea, tarde o temprano le enseñará sus garras y la desgracia-la enfermedad, la pobreza, la muerte-caerá también sobre él, y entonces nadie lo verá ni lo oirá, como ahora él tampoco oye ni ve a los demás. Pero no tenemos a ese hombre del martillo; el hombre feliz sigue su vida, los pequeños problemas de cada día le afectan muy por encima, como el álamo al viento, y, en resumen, todo está a pedir de boca….”  

                                               Anton chejov