El nuevo mundo tenía infinidad de grupos aborígenes, a la llegada del invasor hispano.
Como es de esperarse, su rutina cotidiana fue depredada de una forma paulatina e inmisericorde, por la desbandada española que atravesó el Atlántico, en busca de riquezas, a expensas de los pueblos que pudieran someter.
El expansionismo, es otro de los objetivos de la corona, que dicho sea de paso, atiende grandes contingencias y dificultades con etnias de oriente, asentadas en suelo español; esto sucede, a finales del siglo XV y principios del siglo XVI. No obstante, a la llegada de los españoles al actual territorio colombiano, habían sucedido ya, desapariciones de culturas megalíticas como la de San Agustín (Huila) y Tierradentro (Cauca).
Los invasores hicieron muy poco, por no decir que nada, para entender la cultura y las tradiciones de los aborígenes del nuevo mundo. En cuanto a las tradiciones artísticas y manifestaciones musicales, es mínima la literatura escrita por los cronistas e historiadores de la época. En la mayoría de las veces, se dedicaban a narrar aspectos casi que intrascendentes y triviales, que no conllevan a una búsqueda real de la existencia cultural de los habitantes del novel continente y su desarrollo artístico.
Obtenemos datos acerca del movimiento musical y sonoro de los pobladores del novel continente, por hallazgos arqueológicos y la información etnográfica sobre las sociedades aborígenes y tribales que han sido objeto de estudio por historiadores, antropólogos y demás profesionales, interesados en la realidad pretérita de nuestros aborígenes. Las investigaciones suministran pormenores y detalles sobre aquellos patrones culturales, que pueden haberse mantenido, de manera regular, como manifestaciones tradicionales que, aún hoy, viven en el espíritu de comunidades y pueblos que se resistieron a desaparecer en el tiempo.
Los fósiles, objetos de cerámica, hueso, piedra, metales entre otros, dejan entrever el uso instrumental musical que esas tribus les daban. Los hallazgos arqueológicos, en diferentes regiones de Colombia, dan cuenta de la inmensa variedad de instrumentos elaborados para hacer sonidos musicales. Esos elementos, para la música aborigen, se conocen como: Silbatos de barro, ornitomorfos y biomorfos, cascabeles, placas de piedra, figuras huecas en cerámica que datan desde hace 2500 años, y su lugar de hallazgo, se ubica en los actuales departamentos de Magdalena, Santander, Cundinamarca, Pasto, Cauca, Huila, Región del Sinú y Calima.
Las vasijas y jarras, también presentan grabados de figuras musicales, que guardan similitud con las artes de la música de las culturas aborígenes en la época prehispánica.
Ratifican lo expuesto, los cronistas de las primeras décadas de la “conquista” española: Gonzalo Fernández, Pedro Sieza de León y Pedro Aguado. Ellos, coinciden en referir la existencia de los bailes comunales, algunos cantados, generalmente en círculo, con interpretación estilo responsorial. Estos bailes se realizaban, como diversión, o en ceremonias y rituales que antecedían a las batallas o eventos importantes en la vida tribal.
Los cronistas también hacen referencia al uso de instrumentos mencionados.
Todo esto nos lleva a concluir que los invasores españoles, nos privaron de un gran conocimiento y prácticas artísticas que poseyeron nuestros aborígenes y que se diluyeron, en el tiempo, por la imposición de otras formas sociales, culturales y políticas, traídas de otras dimensiones.
Sin embargo, no todo está perdido, puesto que hay grupos y profesionales, como antropólogos
historiadores, arqueólogos, licenciados en ciencias sociales y demás investigadores, trabajando en pro del conocimiento ancestral de las artes de los aborígenes, que poblaron el continente antes de la transculturización europea.
Hoy día, con los descubrimientos y hallazgos arqueológicos, es posible elaborar mapas sobre lo que fue el quehacer artístico tradicional cultural de comunidades tribales del pasado.
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